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Dominación romana
En
el 215 a. C. Roma empezó a interferir en los asuntos de Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con Cartago contra Roma, pero los romanos, con el apoyo de la Liga Etolia, vencieron a las fuerzas macedonias en el 206 a. C., y consiguieron importantes
posiciones en Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó nuevamente a Filipo V en el 197 a. C. en la batalla de Cinoscéfalos, y Macedonia, totalmente
sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo
cambiaron un dominador por otro. En un último intento desesperado por liberarse, los miembros de la Liga Aquea resistieron
a las demandas de Roma en el 149 a. C. Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de Corinto a manos de las legiones
romanas en el 146 a. C. Las Ligas Etolia y Aquea fueron disueltas y Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que creó
la provincia romana de Macedonia, cuyo procónsul extendía su autoridad al resto de Grecia. Sólo Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación, convirtiéndose en ciudades federadas.
Grecia romana
Durante
los sesenta años posteriores al 146 a. C., Roma administró Grecia. En el 88 a. C., cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto,
empezó su campaña para conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que muchas ciudades griegas
apoyaban a un monarca asiático que les había prometido ayudarles a recuperar su independencia. Las legiones romanas, bajo
el mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la rebelión saqueando Atenas, en el 86 a. C.,
y Tebas un año después. Roma castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco intelectual y de la filosofía, pero su comercio prácticamente
desapareció. En el 22 a. C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de Macedonia e hizo de la primera la provincia
de Aquea
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